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Instalación “ceronuevecincuentaytres”

 

Myriam Jawerbaum & Valeria Budasoff 2004

 

Motivadas por el décimo aniversario del atentado a la sede de la AMIA, realizamos juntas la instalación que lleva por título “ceronuevecincuentaytres”
Esta obra esta hecha desde el dolor, pensando y sintiendo a cada una de las 85 personas que perdieron la vida en este atentado.

Son 85 camisetas blancas pintadas y rasgadas del lado del corazón
Elegimos la camiseta porque la camiseta es la prenda que va pegada al cuerpo, al corazón, es una prenda intima.
La camiseta es blanca porque el color blanco es el color mortuorio para el judaísmo.
Las camisetas están pintadas para individualizarlas, no hay dos iguales, pero tampoco hay nombres propios.

Las camisetas están rasgadas del lado del corazón (k’riah). La k’riah simboliza el dolor de los que quedan, es símbolo de duelo que se le hace a las vestiduras de los deudos, de esta manera unimos en un mismo objeto a la víctima y a nuestro dolor.
Y la repetición, que representa la constancia de todos los lunes frente a la plaza para reclamar justicia.

El registro fotográfico que se presenta corresponde al recorrido de la instalación durante la semana del décimo aniversario del atentado a la Amia, en actos conmemorativos en distintas instituciones y espacios públicos.

La obra va acompañada de un texto escrito por Marcela Chaoul y un versículo del libro Jeremías 4 : 19b “… se retuerce de dolor mi corazón…”.

LOS BRAZOS ABIERTOS
Por Marcela Chaoul

Se enlazaban los árboles, las remeras y las sogas.
Dos árboles gigantes sostenían una soga fina y resistente.
Por un momento dudé que tuviera fuerza para soportar el peso de los cuerpos.
Cuando colgaron la primer remera blanca, temblé.
Estaba sostenida con broches de madera y dejaba entrever la
cabeza que no estaba, la rasgadura del corazón sangrante.
Valeria y Myriam fueron colgando las demás remeras
hasta llenar la soga.
Los árboles, alrededor nuestro, se preparaban para sostener las siguientes remeras.

Se completó la primera soga. Diez remeras de distinto tamaño.
Diez cuerpos que no estaban.
Diez corazones con la sangre seca,
y familiares y amigos llorando sus muertes.
El tercer árbol esperaba con los brazos abiertos.
Colgaron la segunda soga y muchas otras remeras blancas.
Ultima soga. Ultima remera. La más pequeña. La remera de un niño.
Levanté la mirada, las vi a todas.
A las ochenta y cinco personas que no estaban.

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